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La Mujer Que No Se Sorprendía: Capítulo 12 Final

Capítulo 12 – Noche buena y Navidad

-No me había fijado de la fecha, ¡mañana es noche buena amiga!

-Es oportuno volver, debo estar con mi abuelo antes que se preocupe demasiado.

Se separaron y cada quien regreso a su casa. Prometieron no decir nada de lo que habían visto, además de que no lo creerían y así no arruinarían el trabajo del Doctor Stanton. En su casa John preparo su casa para recibir a sus padres al día siguiente, como cada año llegarían a verlo, y él les cocinaría algo, era ya una costumbre de cada año, tenía mucho que hacer ya que no había preparado aun nada al estar de campamento en la montaña. Por otro lado ella volvió con su abuelo, y fue a comprar todo lo que necesitaría para las comidas que harían para esa noche buena, aunque estaban solos, comerían juntos.

Esa noche buena, John ceno con sus papás, así mismo ella lo hizo con su abuelo, al terminar cada uno su cena, estaban algo nostálgicos pues a pesar de estar con su familia, algo le hacía falta, era casi la media noche, cuando el salió a caminar, viendo como las demás familias estaban juntos, quemaban cohetes y rompían piñatas, otros jugaban a tirarse nieve, todos alegres, los niños esperando a Santa Claus, y algunos papás se habían disfrazado para sorprenderlos, así llego caminando hasta el parque donde por primera vez hablo con ella. Estaba cerca del árbol donde siempre la veía, cuando vio a alguien caminando en el parque, ahí estaba, sola, al parecer también se sentía como él y habría caminado hasta llegar ahí.

-Buenas noches amiga, que gusto verte por aquí.

-Hola John, me sentía algo sola y quise caminar, me imagine encontrarte aquí.

-No hay nada que no sepas verdad, parece que todo lo sabes.

-Claro que no, pero tengo buen razonamiento, además aquí me siento libre, cerca de los árboles.

-Por eso me gustas tanto, ere diferente a las demás personas que he conocido, tu sí que eres única, atea, vegetariana, ¿no habrás nacido en un año bisiesto?

-Eso no tiene nada que ver, solamente soy original, no me gusta copiar a nadie, me gusta sentir el viento, la naturaleza, convivir con los seres de este planeta sin lastimarlos.

-Deberías ser Miss Universo, ya tienes el discurso, yo te consigo el vestido.

-Claro que no, eso es para tontas que le gusta pintarse y exhibirse como ganado ante todo el mundo, yo no tengo que concursar, prefiero usar ese dinero en  algo de provecho.

-Cuando cambies de opinión, tienes mi voto, pero cambiando de tema, siento el haberte metido en problemas las últimas veces, solo he querido saber tu nombre y aunque he fallado no he perdido esperanzas, la verdad me gustas mucho.

Hubo un silencio por unos segundos, ninguno de los dos se atrevió a decir nada, solo se miraron a los ojos, como abstraídos de si, cuando pasaron un par de niños corriendo que tropezaron con ella y al resbalar John la tomo entre sus brazos, por un  momento que pareció eterno, sus labios estaban más cerca de los que nunca habían estado, había una química entre los dos que estaba a punto de hacer reacción, cuando escucharon a la gente gritando y felicitándose, era Navidad, se separaron y como si nada hubiese pasado dejaron de verse.

-Tengo algo para ti, dijo John apenado.

Saco de su bolsillo una cajita pequeña, que ciertamente extraño ver a ella, cosa que no pasa seguido. Y se la dio en sus manos.

-¿Pero porque me das esto? Pregunto ella.

-Por este tiempo que hemos sido amigos, me pareció correcto darte algo, sé que no crees en nada de dios pero, lo que importa es la intención. ¡Feliz Navidad!

-Gracias, dijo mientras abría lentamente la caja.

Vio una cadena con un dije dorado en forma de libro.

-Son muy bonitos, al parecer te has fijado que me gustan mucho los libros, ya que cuando me hablaste por primera vez, estaba leyendo uno.

-Claro, respondió John, siempre sabes todo, pero aun no has visto que hay dentro.

Entonces al abrirlo vio una inscripción que hizo por primera vez a ella sorprenderse, y luego volteo a ver a John, y volvió a ver la inscripción, como si no creyera lo que estaba viendo, y pregunto: ¿Es cierto lo que dice?

-Lo es, desde hace tiempo, ¿es acaso una expresión de sorpresa eso que veo? Pensé que los regalos no te sorprendían.

-Pero no esperaba lo que aquí vi, la verdad es que yo…

Ella estaba roja, por primera vez la vio apenada, era como si fuera otra mujer, era como si al fin esa dura barrera se hubiese roto, al fin estaba del otro lado.

-Yo… me llamo Margarita Thomas, y tú me has sorprendido.

Bajo la cabeza de pena y al alzarla, John no pudo resistir más y le robo un beso, que al sentirlo ella lo correspondió, lentamente acariciaba su cabello castaño, y la abrazaba fuertemente, como si al fin dos almas gemelas se encontraran en una fusión que no se veía en mucho tiempo, encima de ellos los fuegos pirotécnicos iluminaban el cielo, era un espectáculo, y ellos al fin amándose.

En su mano Margarita sostenía aquella cadena y dentro del libro decía:

 

“Te Amo, y aun si nunca se tu nombre, yo siempre Te Amaré. John”

 

 

FIN

 

 

 

Aún quedan más historias de John y Margarita, la mujer que no se sorprendía, en el libro “Las Aventuras De La Mujer Que No Tenía Miedo”. Próximamente.

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La Mujer Que No Se Sorprendía: Capítulo 11

Capítulo 11 –  El habitante

Al ver con la poca luz que quedaba vieron una forma humanoide moverse acercándose al agua, mientras rápidamente ataban la soga a una gran estalagmita en el piso, para tirársela al doctor, este la agarro y vieron más de cerca a ese ente, era alguien dentro de un gran traje de buzo de los años 50, no podían ver quien estaba adentro pero tenía en la mano un lanza arpones, la luz era menor.

-El efecto de las rocas Stanton, como yo les nombre, solo dura mientras son agitadas unas contra otras, luego que se vuelven a chocar se van apagando gradualmente, es un proceso muy complicado que no podrían entender, pero es muy sorprendente.

-Aguante Doctor, ya está cerca, dijo John.

-Apúrense que algo se acerca más, grito ella.

Al llegar a la orilla el Doctor tomo de las manos a ambos y cayeron al piso mientras una estalactita caía sobre el barco hundiéndolo, había sido un arpón que lo había causado.

-Ese tipo es muy malhumorado, me mantenía a oscuras siempre para no despertarlo a él ni a los peces, parece que lleva mucho viviendo aquí, nunca lo he visto pero sé que come peces de este lugar, durante momentos lo he visto buceando en el fondo atrapando muchos peces para volver por más cuando se acaben.

-Pero dijo que lleva una semana aquí, ¿cómo sabe tanto?, pregunto ella.

-Una semana atrapado hija mía, llevo años estudiando este lugar, antes tenía ayudantes pero todos se han ido al no tener más apoyo de alguno institución, como verán estoy falto de dinero.

-Entonces ese piso de metal que vimos arriba ¿fue puesto por su equipo?

-Así es John, cuando aún tenía equipo, vayámonos antes que llegue y nos quiera rostizar a nosotros también.

-Pero ¿a dónde ir Doctor?-dijo ella- nosotros bajamos buscando una salida, ayer nos quedamos atrapados en la cueva al haber una avalancha, no podremos salir por ahí.

-No se preocupen muchachos, tengo la solución, mi lapicero lanzallamas derretirá todo el hielo y mover cualquier cosa con algo que tengo escondido más adelante.

Siguieron el camino de vuelta, el Doctor Stanton tenía un escondite secreto en los conductos, era un trineo que podría llevarlos de nuevo a la superficie. El Doctor tenía una apariencia desaliñada, no se habría afeitado en meses, y su cabello estaba todo revuelto, llevaba una bata blanca y muchos lapiceros. Arranco el trineo y escucharon un último sonido de aquella cueva en el centro de la montaña, un rugido de aquel habitante enojado, como si reclamara su lugar, subieron rápidamente, y al llegar de nuevo al derrumbe rápidamente lo deshizo como había dicho.

-Listo muchachos, ahora podrán salir de nuevo.

-¿Usted no viene Doctor?, dijo ella.

-No mis amigos, tengo aún mucho trabajo que hacer, deje todos mis apuntes allá abajo y debo recuperarlos antes de ir por mas ayudantes, espero que encuentre voluntarios, es el trabajo de mi vida.

-Está bien Doctor, esperamos que le vaya bien con su amigo el enojado.

-Hasta luego, Doc.

Salieron de la cueva que se volvió a cerrar cuando salieron y regresaron a la ciudad.

 

Continuará…

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La Mujer Que No Se Sorprendía: Capítulo 10

Capítulo 10 –  La cueva secreta

Se habían adentrado a la cueva que les llevo ese extraño cristal que ahora les iluminaba el camino, habían estalactitas gigantes, pero ni un solo animal, ni una cucaracha o rata, solo ellos estaban ahí.

-Parece que no tiene fin, debemos volver amiga.

-No se miedoso John, pensé querías sorprenderme.

-Sí, pero no morir en el intento, vamos esto tiene algo de tenebroso, además siento que hay más calor aquí dentro, como si estuviéramos cerca de un… horno.

El piso ya era más duro, como si se tratase de algún metal que estuvieran pisando, habría bajado ya lo suficiente como para estar al nivel de la falda de la montaña pero no veían ninguna salida, el camino los llevo a un lugar más grande, y vieron que el piso ya no era sólido, habían encontrado agua.

-Es un manantial, dijo emocionado John.

-Al parecer sí, pero no es normal, el agua está caliente, estas son aguas termales, debemos estar cerca de un volcán.

-¿Pero cómo es posible? Esta montaña jamás ha hecho ningún problema, debe llevar más de 100 años dormida.

-Estas aguas no dicen lo mismo, quizá está despertando de nuevo, veamos si nos lleva a alguna salida este lugar, tenemos que pasar por la orilla, no sabemos cuan profundo es este lago, mientras llenemos nuestras reservas de agua.

-Claro, como me gustaría tener un barco para cruzar y navegar el manantial, imagínate los famosos que seremos al haber descubierto un manantial nosotros solos.

-Recuerda que esta roca brillante marcaba el camino, quizá alguien ya se nos adelantó, ahora solo me interesa salir de aquí.

Caminaron alrededor de las aguas, con cuidado ya que era muy resbaloso, cuando estaban a mitad del camino, ella resbalo se logró sostener pero soltó la piedra brillante, que cayó al agua, cuando vieron que algo se movía en el agua, muchas cosas, y al tocar el fondo un espectáculo asombroso sucedió, muchas más piedras se iluminaron en el fondo, y toda la cueva quedo llena de luz, habían muchos peces de formas y tamaños increíbles, algunos se escondieron de la luz, en medio vieron a alguien en un bote, era un señor barbudo, parecía dormir, se movió al percibir tanta luz, y dijo:

-Hey al fin vienen a rescatarme, soy el Doctor Stanton, llevo aquí atrapado cerca de una semana, comiendo solamente carne seca y agua de este manantial, me mantuve a oscuras porque los peces intentaron atacarme mientras tenía la luz encendida, intentaba estudiar a los peces y se comieron  mis remos,  solo quede esperando a que alguien viera mi señal de la piedra brillante encontrada en esta misma cueva, si tan solo tuvieran una soga y me la arrojaran para volver a la orilla.

-Al parecer se ha metido en un gran problema Doctor, pero lo ayudaremos, tenemos una soga lo suficiente larga para tirársela y arrastrarlo de vuelta.

-Eso haremos, dijo ella, y perdón por no presentarnos somos John y… su amiga.

John que por un momento pensó que escucharía su nombre, pateo una roca que hizo que la luz fuera apagándose. Entonces se escuchó un ruido de algo grande moviéndose del otro lado de la cueva.

Continuará…

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La Mujer Que No Se Sorprendía: Capítulo 9

Capítulo 9 –  Atrapados en la montaña

Estaban John  y la mujer que no se sorprendía en una cueva, sin agua, pero con mucha comida que él había llevado, eran problemas, ya que una tormenta de nieve no los dejaría salir y siendo de noche sería imposible encontrar algo de agua, era hora de la medicina de ella pero él no podía saber eso.

-Tengo una botella de agua -menciono ella- pero no nos durará mucho, la traje por si acaso.

-Es algo al menos, no sé cómo pude olvidar algo tan importante. (Pero que había planeado pensó el).

Llego la hora de dormir y era difícil pensar en que no tendrían suficiente agua, ella pudo tomar sus pastillas, pero necesitaría más en la mañana.

-¿Estas despierto?

-Sí, no he podido dormir, me recuerda cuando era un niño y acampaba en la escuela, nunca podía dormirme.

-A mí me pasaba igual, pero yo estaba saltando toda la noche, las maestras tenían que calmarme porque no dejaba dormir a nadie.

-Me da mucho gusto poder salir contigo de nuevo, ya extrañaba el platicar contigo e intentar descubrir tu nombre, ¿será posible que algún día me lo quieras decir?

-No lo sé, dicen que el que persevera alcanza…

En eso se escuchó un ruido ensordecedor, eran como piedras rompiéndose y deslizándose, lo peor pasó por la mente de ambos.

-¡¡Una avalancha!! Grito John, antes de quedar cubiertos de nieve.

-Es obvio, con ese ruido ensordecedor debió serlo, respondió ella.

Pasaron unos minutos de silencio, cuando se movieron de nuevo, estaban cubiertos parcialmente, sus cosas estaban bajo capas de nieve y la salida de la cueva estaba completamente obstruida con piedras y nieve.

-Esto se pone peor, dijo John, no tenemos agua y ahora estamos atrapados en esta maldita cueva.

-Debe haber alguna salida, si nos adentramos más profundo en la cueva, puede que tenga otra abertura que nos lleve a la superficie.

-Es peligroso, solo tengo esta lámpara de mano para seguir, pero con algo de leña podremos hacer una antorcha.

Enseguida enrollo una camisa en una leña y la prendió con alcohol, caminaron lentamente por la cueva, estaba desierta, ni un solo animal se veía por esos lugares, las paredes parecían algo brillantes ante la luz como si tuviesen cristales incrustados. Era algo bello de ver, sino fuera porque estaban atrapados y querían salir.

Al final vieron una pequeña luz, debían ser ya las 5am, pero lo que encontraron no fue una salida, sino un pequeño cristal brillante, de color amarillo, era extraño porque era el único en ese lugar, y marcaba la entrada a una cueva más profunda.

-¿Qué hacemos ahora amiga?

-Seguir, no hay otra opción, tenemos que sobrevivir.

-Pero que tal que nos quedemos atrapados más adentro y ya no podamos seguir.

-Tenemos que arriesgarnos, además es tu idea, sabes que de alguna manera saldremos. No voy a detenerme ahora.

Continuará…

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La Mujer Que No Se Sorprendía: Capítulo 8

Capítulo 8 –  Una aventura de altura

Paso un tiempo después del incidente, ella estuvo molesta con John y no le había hablado en semanas, al parecer no le hizo gracia que la quisieran encerrar en una tumba, aunque de sorprendida no tenía nada. Él se la paso pensando en que nueva idea haría para que ella pudiera sorprenderse al fin, ya era invierno y la ciudad se comenzaba a llenar de nieve de manera extraña, ya que era muy raro que nevara en ese lugar, y se dio cuenta que en la  montaña podría ser un buen lugar para llevar a la mujer que no se sorprende y ver si al fin funciona uno de sus planes.

Mientras tanto, ella había estado cuidando de su abuelo, que se había puesto algo enfermo con el clima frio, y ella que debía seguir tomando sus medicinas si quería seguir sana  y fuerte para su abuelo, salía solo a comprar comida y no había visto a John hacia días, a veces lo veía espiándola en alguna esquina, pero ya había pasado mucho tiempo sin que intentará algo, se imaginaba que pronto tendría una nueva idea.

Esa tarde de invierno, alguien toco a su puerta, era John tenía una maleta consigo, y unos pares de esquís, se veía decidido esta vez a su proposición, y antes que dijera algo ella le dijo:

-No puedes decir que no, vamos a la montaña a esquiar y aventurarnos, tengo todo listo, latas de frutas enlatadas para ti y carne para mí, llevo lo suficiente para hacer fuego y sobrevivir hasta una semana, o lo que la naturaleza quiera.

Ella callo un instante, y luego repuso: Esta bien, solo porque me parece divertido esquiar, no es la primera vez que lo hago, y el clima es el bueno para hacerlo, solo déjame ir por mis cosas, espera.

Su abuelo ya estaba mejor, y le dijo que saldría durante un tiempo, se llevó sus medicinas consigo escondidas, y empaco algunas cosas rápido, su perro quería ir, pero no podría llevarlo tan alto, lo dejo para cuidar a su abuelo.

Camino a la montaña John jugaba con la nieve, de vez en cuando lanzándola hacia aves que veía aun por los árboles o peleando con ella, fueron por un lado de la montaña que era fácil subir, pero en invierno las cosas podrían ser peligrosas por las avalanchas.

Una vez lo suficiente arriba, decidieron que era tiempo de probar si podrían esquiar, estaba despejado y la nieve les permitía bajar sin ningún problema, ella estaba acostumbrada a las altas velocidades y se movía con destreza, mientras que John parecía más asustado, ya que cada árbol que pasaba cerca era un peligro inminente para él.

-Pensé que la sorprendida debía ser yo, dijo ella.

-Claro que no es así, solo estoy calentando, esto es cosa de niños, dijo molesto.

Ya era tarde, y decidieron acampar dentro de una cueva en la montaña, John preparaba el fuego y tendía su bolsa de dormir y sacaba la comida, había empezado una tormenta de nieve fuerte afuera, por lo que había sido muy oportuno haber encontrado refugio ahí dentro, el frio era intenso pero gracias a la fogata pudieron soportar. Eran cerca de las 7 de la noche, cuando comenzaron a comer lo que había llevado de comer, en eso le dijo ella:

-¿Dónde tienes el agua que trajiste para que bebiéramos?

-¿Agua? – dijo confundido- el agua, amm, claro, debe estar aquí…

-La has olvidado verdad, tenías que ser despistado John.

Continuará…

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La Mujer Que No Se Sorprendía: Capítulo 7 Parte 2

Capítulo 7 Parte 2- Esa Noche

Eran muchos murciélagos que pasaron junto a ellos, dejándolos sin poder ver qué pasaba, quizá unos cientos, al terminar de salir, recogieron la luz y vieron que había un antiguo lugar de torturas, con cadenas, artefactos metálicos con muchos clavos y una mesa que parecía haber tenido a alguien leyendo últimamente pues sobre ella estaba una vela con la cera caliente aun escurriéndose, y solamente se veía un libro abierto de muchos que ahí se veían, decía una línea en especial: “Traerlos a la trampa para entregarlos al señor de las tinieblas” era un libro negro que su portada decía  Necronomicón y los otros libros decían Magia Negra, Brujería, Satanismo, entre otras cosas, al parecer habían caído en una trampa o algo parecido.

-Algo me huele mal aquí, dijo ella.

-Claro que sí, alguien quiere matarnos, eso anda mal.

-No tanto así, es como si esto fuera puesto para que lo viéramos y temiéramos.

-Pues yo creo que debemos de salir de aquí antes que nos sacrifiquen en nombre de satanás.

En eso un leve ruido hubo en el fondo de la habitación, alumbraron ahí y se veía la puerta que antes habían escuchado, estaba media abierta y estaba aplastando una cadena oxidada, cuando un brillo se vio dónde estaba entreabierta, era alguien que estaba observándolos.

-¿Quién anda ahí? Grito ella.

Se escuchó la cadena arrastrarse y la puerta se cerró completamente, al llegar a ella, estaba cerrada por dentro y no se oía ningún ruido, entonces de nuevo algo perturbo la calma cuando examinaban alrededor, arriba se escuchaba como alguien quería cerrar la entrada a la escalera, corrieron para no quedarse atrapados, y allí encontraron a alguien totalmente de negro con una capucha queriendo poner una madera y una piedra para dejarlos ahí encerrados, cuando dice con una voz infernal:

-No podrán escapar de aquí ahora, estarán atrapados hasta su muerte en la próxima luna nueva, cuando los sacrificaremos en nombre del señor oscuro, ja ja ja ja.

En un rápido movimiento, tomo la lámpara de las manos de John y la lanzo a la cabeza del verdugo, tan fuerte que le tumbo la capucha y se vio la cara de su opresor, era Pepe, uno de los conocidos de John, ella lo había visto antes con el platicando.

-AJA, lo sabía, esto es una broma que tú querías hacerme para intentar asustarme, pero de nuevo fallaste.

-¿Qué?! ¿Pero cómo te has dado cuenta?

-Es fácil, cuando oí el ruido simulaste haberte sorprendido pero sabias que algo así iba a pasar, a eso me estabas llevando, y cuando entramos la madera era reciente como esas que hay en la tienda de Don Miguel, y el libro negro, buen intento, pero es bien sabido que solo son cuentos de terror, he leído mucho ¿sabes?

-Lo siento, quería poder sorprenderte al fin, vámonos, está haciéndose muy tarde.

-Oigan, no me dejen aquí tirado, dijo Pepe que tenía un chipote en la cabeza a causa de la lámpara que dio en el lugar exacto.

De nuevo la mujer seguía sin sorprenderse.

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La Mujer Que No Se Soprendía: Capitulo 7 Parte 1

Capítulo 7 Parte 1- Esa noche

Era casi la media noche cuando frente al panteón estaba John esperando a su amiga para que se presentara, había planeado que si él no podía sorprenderla, los fantasmas de ese lugar lo lograrían, o eso pensó, en eso escucho que alguien se acercaba, era ella, y se veía mejor después del incidente ocurrido más temprano, iba vestida de negro, y sin la mínima muestra de miedo en su rostro.

-Hola al parecer si tuviste el valor de venir.

-Claro, ¿por qué no? Solo es un cementerio, todos sus inquilinos ya están muertos.

-¿No te da miedo que pueda salir algo ahí dentro?

-No, no lo creo.

-Bueno entremos por el muro de la derecha.

Era una noche oscuro, solamente alumbraba unos cuantos focos de la calle que daban una luz naranja, los vecinos ya estaban durmiendo y no había nadie afuera, ese día no había ningún guardia cuidando ahí, solamente se escuchaba el ruido del aire soplando las hojas de los árboles en el panteón, treparon el muro con unos huecos en él, al estar al otro lado estaba aún más oscuro, John saco su lámpara e ilumino el camino, anduvieron lentamente sobre algunas tumbas, de los Pérez y los Camacho, según las inscripciones que vieron, John ciertamente tenía un poco de miedo, mientras que ella no se inmutaba.

-Hey, es por aquí, ya estamos cerca.

-¿Adónde piensas llevarme?, llevamos casi media hora ambulando entre tumbas y ningún muerto se ha levantado, dijo ella riéndose.

-Ten paciencia, ya verás algo que si te sorprenderá.

Entonces él tropezó con algo que había agarrado su pie, se puso pálido al sentir que algo lo había tumbado, un frío se sintió en todo el lugar y su lampara cayo un metro y medio lejos de él, ella la recogió, y alumbrando a su pie, vio que solamente era una raíz que se había atorado en su pantalón.

-Levántate, no es nada, deja de ser tan miedoso, nada puede pasar aquí, esta desolado.

En ese instante se oyó un ruido a unos metros de ahí, alguien o algo había pisado una rama, y luego se había escondido entre un mausoleo abandonado, al percatarse ella se dirigió hacia allá, pero estaba muy difícil llegar entre tumbas y enredaderas que impedían el paso, tuvieron que rodear el lugar, al fin estar ahí ilumino una inscripción que decía: “AQUÍ YACE E…EL”, las letras de en medio del nombre estaban borrosas, por lo que no se podía entender, y debajo había un letrero de madera que había sido tirado “PELIGRO, NO ENTRAR”, cosa que no hizo caso ella y entro con John muerto de miedo, ahí se veía un antiguo sepulcro donde no había nada más que polvo y telarañas, en el fondo se veían unas escaleras y dentro se alcanzaba a ver una luz.

-Ten cuidado, dijo John con cierto miedo.

-No te preocupes, se lo que hago, bajando las escaleras rusticas.

Casi llegando abajo, la luz se apagó y solamente se escuchó el ruido de unas cadenas que se arrastraron, y una vieja puerta metálica cerrarse, cuando de repente algo los ataco…

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La Mujer Que No Se Sorprendía: Capitulo 6

Capítulo 6 – Una cita en el parque

John estuvo feliz en el trabajo y a Don Miguelon le sorprendió verlo así.

-Así que tienes una cita con esa muchacha, ¿verdad?

-¿Cómo supo Don Migue?

-Se te ve en la cara, hacía tiempo que no te veía así de feliz, me haces recordar mi juventud cuando estaba enamorado de Magnolia, la mujer más hermosa del pueblo, un día me arme de valor y le pedí salir a caminar con ella y ella acepto, estuve como potro loco todo el día.

-Pues la verdad si me siento alegre, porque luego de una semana sin haberla visto podre platicar con ella.

-Mucha suerte muchacho, quizá y esta vez ya te nos cases.

-No diga eso Don Migue, todavía estoy muy chamaco y apenas la conozco, pero igual y si, solo el tiempo lo dirá.

Entonces salió nuestro muchacho alegre con destino al parque, y cortando las flores que se encontraba en el camino allí, aunque dos que tres señoras lo regañaban por arrancarlas sin permiso.

Cuando llego al parque la vio, estaba de nuevo junto al árbol pero no estaba sola, llevaba consigo un perro grande, un labrador blanco, y ella estaba algo pálida, lo que le extraño y pensó que había estado enferma y por eso no la había visto últimamente.

-Hola, dijo ella.

-Hola, al parecer el sorprendido soy yo, te traía estas flores.

-Gracias, me imagine que lo harías por tu carta, así suelen ser los hombres.

-Tú sí que tienes experiencia en hombres, y ¿cómo se llama tu perro?

-Se llama Dexter, tiene 8 años, es de mi abuelo.

-Al menos el perro tiene nombre, y ¿quién es tu abuelo? Puede que lo conozca.

-Es Don Teófilo, pero no te diré mi nombre aun, no has logrado sorprenderme en lo más mínimo.

-¿Y qué hay de mi carta? ¿No te sorprendió que te escribiera?

-La verdad no, pero gracias de todas formas, es un buen intento de tu parte, al menos mereces saber porque estoy en este lugar, vivía antes en Tabasco con mis dos padres, pero mi madre enfermo gravemente y al poco tiempo murió, mi papá que siempre era un irresponsable me abandono y tuve que venir a vivir con mi abuelo hace unos 6 meses, quería estudiar Psicología pero por falta de dinero no lo he hecho, mi abuelo esta grande ya y yo lo ayudo en todo lo que puedo. Eso es lo todo lo que tendrás de mí por hoy.

-Wow, no me imaginaba que eso te había pasado, cuanto lo siento por tu madre, espero que podremos ir a comer juntos a algún lado.

Ella se sintió débil en ese momento y recordó que no había tomado sus pastillas, se tuvo que disculpar y regresar a casa, pero cuando ella se iba, John metió una nota en su bolsa, y se fue con su perro a casa de Don Teófilo. Él solo esperaba que leyera la nota que decía:

“Te veo esta noche a las 12am en el panteón del centro, si es que tienes valor”.

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La Mujer Que No Se Sorprendía: Capítulo 5

Capítulo 5 – El otro lado del mundo

Era una mañana cuando la mujer que no se sorprende fue a comprar unas verduras para su familia en el mercado cuando John se la encontró, luego de esas dos veces que se la encontró ella regreso a casa sintiéndose algo mareada y al estar frente a su casa se desmayó, su abuelo la encontró y la llevo a un hospital de inmediato.

Cuando ella recupero la conciencia era de noche, estaba conectado a unas máquinas en el hospital San Lorenzo de la ciudad, su abuelo estaba afuera hablando con un doctor, parecía muy preocupado. Ella lo hablo y él fue corriendo para verla, le dijo que había tenido una recaída de su leucemia, que estaba muy débil aun y que mejor descansara, ella cayo dormida segundos después.

Unos días después regreso a casa, ya recuperada, su abuelo la tenía muy bien cuidada, y le dijo:

-Tienes que tener más cuidado, ahora yo haré las compras, y no debes salir sin tomar tus medicinas, te he dicho que las tomes en sus horas, sino volverás a recaer hija mía.

-Si abuelito, pero ya sabes que no me gusta tomar pastillas, prefiero curarme con plantas naturales, las pastillas solo me hacen sentir peor.

-Pero hijita ya ves lo que dijo el doctor, sino tomas tu pastilla cada 4 horas vas a volver a desmayarte, y contrabajo puedo cargarte, mis 88 años ya no son como cuando tenía 70, que te cargaba en mis brazos, y tú te sonreías cuando aún tus padres vivían juntos aun, y tu madre gozaba de salud.

-No menciones a mi padre, me abandono cuando mi madre murió, es el peor hombre.

-Nieta, para estoy yo, para cuidarte sin importar lo que haya pasado.

En esos momentos alguien tocaba a la puerta, era la señora que vendía frutas en el mercado y tenía una carta para ella, su abuelo la recibió.

-¿Que esto Doña Chencha?

-Me lo dio el joven John para su nieta, don Teófilo.

-Está bien, se la daré, ya está más despierta ahora que volvió del hospital.

Cuando le dio la carta, la leyó y le alegro el ver que aún se acordaba de ella, entonces temprano salió escabulléndose de su abuelo a casa de él, que lo había visto antes, ya que ella de todo se daba cuenta y puso la nota en su puerta. Luego regreso con su abuelo sin que este se hubiera dado cuenta de su ausencia.

-Hijita, voy al campo, volveré en la noche, toma tus pastillas y ahí comes, estas muy flaca.

-Claro abue, no te preocupes ya estaré bien.

Se fue don  Teófilo y ella solo espero que estuviera lo suficiente lejos y se vistió para salir rumbo al parque para hablar con John, olvidando sus pastillas en la casa…

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La Mujer Que No Se Sorprendía: Capitulo 4

Capítulo 4 – La Carta.

Hola:

No se tu nombre, sino lo escribiría, decidí escribirte, ya que no te he visto desde aquel día en el mercado, la verdad me interesa mucho saber quién eres, eres especial, nunca me había encontrado a una mujer como tú, de verdad que has activado mi curiosidad. Estos días sin verte no han sido igual, ya que no se mucho de ti, te contare un poco de mí, espero no aburrirte.

Nací en esta ciudad, crecí y aquí me quede, sé que no eres de aquí, no te vi hasta hace poco, mis padres me dijeron que debía trabajar para ganarme la vida, vivo solo ahora, y quiero ser un escritor, he hecho algunos cuentos y de vez en cuando escribo mis memorias, me gusta el color azul y las tardes de otoño, mi comida favorita es el espagueti verde que prepara mi abuela, siempre que la voy a visitar me prepara un poco, me gusta el sabor chocolate, y siempre he querido conocer España, esto es un poco de lo que soy y espero no aburrirte con esto.

Creo que te llamare la mujer que no se sorprende, ya que nunca he podido hacerlo, no se a que se deba eso pero descubriré la forma de sorprenderte y cuando lo logre al fin sabré tu preciado nombre, y quizá lograr ser tu amigo.

Bueno ya me despido esperando encontrarte pronto para que te de esta carta.

Con Cariño, John Anderson.

Esta era la pequeña carta que escribió John y una vez terminada la metió en un sobre azul, y fue a buscarla por la ciudad. Fue al parque donde solía sentarse, pero no estaba allí, fue al mercado pero no estaba tampoco, recorrió las calles de la bella León, Guanajuato, y solo encontró soledad, volvió a su casa cuando recordó que el día que estaba comprando en el mercado una señora la saludo, así que volvió a ir y encontró a la señora, y como quería ganar el reto que le había hecho, solo le dijo a la señora que le entregara una carta a esa mujer extraña pero intrigante nueva en el pueblo, y volvió a su casa.

Esa noche fue difícil dormir, pensando en si la leería, si volvería a ver a aquella mujer hermosa, si podría sorprenderla, cuando una sombra paso por su ventana y una idea muy grande le vino a la mente, tenía una forma de sorprender a la mujer que no se sorprende…

Al día siguiente al salir de su casa encontró una nota en su puerta, y decía:

“Gracias por la carta, te veo esta tarde en el parque”

ATTE

La mujer que no se sorprende, jejejeje


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